Todas las veces que un miembro de una especie aprende un comportamiento nuevo, cambia el campo morfológico o productor de la especie. Este cambio es, al principio, apenas perceptible, pero si el comportamiento se repite durante cierto lapso de tiempo, su resonancia mórfica afecta a la especie entera. La matriz invisible que lo permite es un campo morfogenético, capaz de producir un efecto remoto tanto en el espacio como en el tiempo.
Esta sorprendente idea ha sido introducida por el científico inglés Rupert Sheldrake, idea que pronto va a revolucionar muchos de nuestros conceptos fundamentales acerca de la naturaleza y la ciencia. Lanzó la hipótesis de que el universo no está funcionando de acuerdo a leyes inmutables sino más bien a modelos de hábitos creados por la repetición de ciertos sucesos en el tiempo.
Todas las veces que un miembro de una especie aprende un comportamiento nuevo, cambia el campo morfológico o productor para la especie. Este cambio es, al principio, apenas perceptible, pero si el comportamiento se repite durante cierto lapso de tiempo, su resonancia mórfica afecta a la especie entera. La matriz invisible es un campo morfogenético. Así por ejemplo, todas las veces que se genera un átomo, una molécula u otra unidad mórfica, esta produce primero un campo morfogenético que regula todas las posteriores unidades del mismo tipo. La influencia del campo morfogenético produce un efecto remoto tanto en el espacio como en el tiempo. Aparentemente la forma no está determinada por las leyes físicas fuera del tiempo, sino depende de la resonancia mórfica a través del tiempo.
Muchos campos morfogenéticos se hallan tan sólidamente establecidos que ya no experimentan cambios. Así, por ejemplo, el primer átomo de hidrógeno ha sido la causa para que todos los subsiguientes átomos adoptasen la misma forma de comportamiento.
La evolución nos muestra la formación de nuevos campos morfogenéticos. El aparato genético, por ejemplo, se puede concebir como el mecanismo físico que recibe la información del campo morfogenético, en forma comparable a como recibe un aparato de radio o de televisión las señales invisibles.
Ya que el sistema nervioso también está gobernado por campos morfogenéticos, la hipótesis de Sheldrake tiene poderosas implicaciones para la teoría del aprendizaje. Así, por ejemplo, se podría postular que si un número de ratas aprende a cumplir una tarea nunca antes realizada por ratas, entonces otras ratas en cualquier parte del mundo deberían aprender la tarea más fácilmente y en ausencia de cualquier tipo de conexión física o de comunicación.
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lunes, 30 de marzo de 2009
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